El siglo
XX comienza arrastrando una corriente literaria imperante en el siglo anterior:
el Modernismo, un movimiento hispanoamericano que mediante
su lenguaje y sus temas, pretendía exaltar la realidad.
Se buscaba la renovación artística, en
la que se aspiraba a crear algo nuevo, joven, libre y moderno. El Modernismo surgió en un
momento histórico donde las naciones hispanoamericanas estaban construyendo su propia identidad. Sin embargo, por el contrario a las otras corrientes estéticas, el
estilo modernista se caracterizó por una actitud de inconformismo social y se
desligó del enfoque político y social para dedicarse a la creación de una
atmósfera mágica, sensible y bucólica. Los
artistas se inspiraron tanto en la naturaleza como en las novedades
industriales, pese a la existente reacción frente a la
creciente industralización. Se centraron
en lo exótico, lo real, pero al mismo tiempo en lo sensual, verosímil e imaginario. Esta tendencia recreadora y modernista conllevó a la aparición de las
vanguardias: cubismo, surrealismo, futurismo,… como nueva forma de
ver y recrear el mundo, resultado de las guerras y crisis políticas, sociales y
económicas por las que atravesó la sociedad de aquella época.
Por otro lado, Francia se convirtió en el referente cultural de inspiración
de la corriente modernista. El Modernismo fue un peculiar movimiento que optó
por el idealismo, la evasión, la búsqueda del arte puro, la asimilación de la
técnicas estéticas parnasianas y simbolistas más que por la representación de
las crisis sociales y políticas en sus obras. De esta manera, los modernistas, desengañados de la realidad, optaron por crear un espacio lleno de
lugares lejanos y naturaleza exótica. Además, en sus textos también se
vislumbraban, por un lado, una búsqueda por el preciosismo (tendencia literaria que buscaba refinar y embellecer las expresiones) y, por otro, los sentimientos humanos acompañados de
ciertos matices eróticos.
En este contexto y en esa misma época, el Modernismo contrastó y convivió con la famosa
Generación del 98, formada por un grupo de escritores y ensayistas que se
caracterizaron principalmente por su preocupación por la realidad social y
política española.
El Modernismo
se apreció en múltiples artes, pero fue en la literatura, a través de la poesía donde encontró
su principal vehículo de
expresión. El máximo representante del movimiento fue el poeta
nicaragüense Rubén Darío,
que definió los límites del nuevo modo de hacer poesía en obras como Azul…y consolidó el movimiento modernista con su libro Prosas Profanas.
El Modernismo literario se caracterizó por:
– la ruptura de las reglas anteriores en rima y métrica que
habían predominado después de la colonización española y que permitieron la
libertad y emancipación de las letras confiriéndoles una mayor expresividad. Más tarde, esta tendencia se conocería como “antipoesía”.
– la oposición a la centralización del pensamiento,
al regionalismo y a una costumbre particular. El poeta era un ciudadano del
mundo y toda temática y cultura tenía cabida sin excepción.
– la defensa de la independencia poética del individuo.
Cada poeta tenía su estilo propio y único.
– el rechazo a la realidad y a la sociedad. Los escritores modernistas prefirieron
evadir los acontecimientos sociales y
políticos de su época. En consecuencia, sus poemas o escritos por lo general no
hicieron referencia al contexto histórico ni a la realidad a la que se enfrentaban
sino más bien a la búsqueda de la belleza y a la evasión en el espacio y tiempo.
Sin embargo, esa búsqueda y evasión no evitó que los escritores modernistas
añadieran a sus creaciones un matiz triste, melancólico y solitario a sus
obras, que dejaban vislumbrar el desengaño de aquellos ante la realidad y la
sociedad de su época.
- El uso de un estilo preciosista. Los modernistas se inspiraron en el
preciosismo francés para desarrollar su estilo. Dicha corriente estuvo enfocada
en la búsqueda por la belleza y el refinamiento de las formas e imágenes. Un ejemplo de ello fue Sonatina, de Rubén Darío.
– La introducción de musicalidad en los poemas y otros
escritos La estética modernista se caracterizó por sus frases
musicales cuyo efecto se conseguía a partir de ritmos muy marcados y de otros
recursos tales como la aliteración (repetición de sonidos) y la sinestesia
(unir dos sensaciones o imágenes procedentes de significados muy diferentes.
Por ejemplo: “Sonora soledad”).
– El empleo de lugares exóticos y lejanos. Las creaciones
modernistas se inspiraron principalmente en lugares exóticos y en culturas
milenarias, donde era común encontrar referencias a civilizaciones orientales,
lujosos palacios, princesas, sultanes, entre otros.
– La evocación a la naturaleza exuberante y temáticas
indígenas. La naturaleza también fue un tema recurrente para los
escritores modernistas. Por lo general, las imágenes de la naturaleza
estuvieron inspiradas en la fauna y la flora americanas: selvas llenas de una
naturaleza exuberante. Un ejemplo de ello sería, el poema Estival de Rubén Darío.
Asimismo, aunque la corriente modernista
estuvo influenciada por el estilo francés, los escritores del Modernismo tenían preferencia por los paisajes locales y por las
civilizaciones prehispánicas. De hecho, en muchas ocasiones defendieron y
reivindicaron la figura del indígena nativo de América.
– El gusto por la mitología. Muchas veces, el Modernismo hacía referencia a
narraciones mitológicas. De ahí que fuera muy común encontrar
personajes extraídos de la cultura grecolatina, como se aprecia en el
poema Venus de Rubén Darío, el
cual hace referencia a la diosa del amor.
– La competencia con el Romanticismo. Los modernistas mantuvieron continuamente una obstinada competencia con el
Romanticismo, al considerar la poesía romántica como una manifestación sobrecargada de
lógica y razón, aspectos que reprimían la imaginación y los verdaderos
sentimientos del poeta.
– El amor y el erotismo también fueron temas recurrentes en los
textos modernistas. Se manifestaron, generalmente, a través de
la imagen de la mujer: Venus de Rubén Darío o Soñé que tú me llevabas, de
Antonio Machado.
Los máximos representantes del Modernismo fueron José Martí (Nuestra América), Rubén Darío (Azul) y, en alguna medida, Antonio Machado, entre otros.
José
Martí
fue el precursor del Modernismo mientras que Darío fue considerado por los
críticos como el padre del Modernismo. Además de su emblemática obra Azul (donde no solo había poemas, sino también cuentos breves), el escritor nicaragüense también fue
aclamado por su poemario Cantos
de vida y esperanza, los cines y otros poemas (1905) y por su
libro Los raros (1896),
donde hizo una recopilación de sus autores favoritos.
En cuanto a Antonio Machado, el poeta
español, en realidad, fue integrante de la llamada Generación del 98, por lo
que muchos de sus poemas
estuvieron relacionados con la realidad española. Sin embargo, algunos de sus textos
estuvieron influenciados por el estilo modernista; como su poemario Soledades (1903), una obra
impregnada de serenidad y nostalgia.
La GENERACIÓN del 98 fue el nombre con el que se conoció a un grupo de escritores que,
nacidos en fechas cercanas y movidos por acontecimientos de su época, se
enfrentaron a los mismos problemas y reaccionaron de modo semejante ante ellos.
También fue llamada "generación del desastre" en alusión a la pérdida
de Cuba como colonia
española, hecho que produjo una profunda crisis espiritual.
Los escritores buscaron resaltar la belleza del sobrio paisaje castellano, la
esencia de lo « español » y pretendieron sacar a España de la apatía
en la que se encontraba sumida. Ensalzaron la patria en un intento de recuperar
la grandeza pasada por medios de sus ideas, empleando, en su afán reformador, un estilo literario y un lenguaje sencillo y expresivo, que rompía con la complicada rétorica recargada del siglo XIX. De ahí que abundara un vocabulario apropiado, con el fin de reflejar de la forma más justa posible lo que se quería expresar: palabras cultas, extranjeras y populares, predominio de la oración simple, concisa y breve, evitando los párrafos largos y la subordinación. A pesar de todo, un hondo pesimismo subyacía en todas sus obras. Entre los miembros del grupo, Miguel de Unamuno fue reconocido como guía espiritual
de la G98.
El origen de la G98
se debió al llamado Grupo de los Tres (Baroja, Azorín y Maeztu), entre los integrantes más
significativos destacaron Ángel Ganivet, Miguel de
Unamuno, Ramiro de Maeztu, Azorín, Antonio Machado, los hermanos Pío y Ricardo Baroja, Ramón
María del Valle-Inclán y el filólogo Ramón
Menéndez Pidal.
Ante el estado de apatía e indiferencia en el que había
caído el país, se preocuparon por encontrar la verdadera esencia o alma
de España y el sentido de la vida, elevar a
España de su postración y de su descrédito, ponerla a la par de las otras
naciones de Europa y darle un espíritu, un tono y
una dignidad distintos, contribuyendo a la solución de sus problemas. En
definitiva, la G98 se convirtió en un severo juez para los que habían llevado a
España a la ruina material y moral, y decidió, en un frustrado y noble afán
romántico, cambiar la situación social y política de ese país. Para ello utilizaron
tres vías:
La LITERATURA. Cada época literaria había tenido sus
modelos; los autores de la Generación del 98 sintieron especial debilidad por Gonzalo de Berceo, Jorge Manrique, Miguel de Cervantes y Francisco de Quevedo. Admiraban a Larra y a los ilustrados porque ya
habían sufrido y analizado esos problemas.
La HISTORIA. Por medio de ésta buscaron la esencia
de España, los valores de la patria y la raíz de los problemas presentes.
El PAISAJE. Encontraron en el austero paisaje
castellano el reflejo del alma y la esencia que buscaban. De hecho la principal
fuente de inspiración de los escritores de la G98 fue Castilla, a la que ellos
consideraban el corazón, el alma de la identidad de España. Así que recorrieron
la meseta de Castilla describiendo minuciosamente la pobreza de sus pueblos, la
sencillez de sus gentes y lo extremado de su clima.
Quizá el género que más utilizaron fue el ensayo; renovando
la novela,
la poesía y
el teatro.
Por otro lado, los autores del 98 se agruparon en torno a
algunas revistas características de la épioca: Don Quijote (1892-1902), Germinal (1897-1899), Vida Nueva (1898-1900), Revista Nueva (1899), Plenitud (1901-1902), Electra (1901), Helios (1903-1904), Alma Española (1903-1905)
y Los Helechos ( 1894-1895).
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