NEOCLASICISMO - ILUSTRACiÓN (Siglos XVIII - XIX)

El Neoclasicismo fue un movimiento artístico y literario que surgió a mediados del siglo XVIII y abarcó hasta el siglo XIX. Tenía como base la renovación de los valores filosóficos y estéticos de la Antigüedad Clásica y el culto a la razón, interpretados como modelos para la construcción de la modernidad.

El movimiento neoclasicista se originó en Francia, donde fue llamado simplemente "Clasicismo". Desde allí se extendió hacia el resto de Europa y América,  junto con el Iluminismo o Ilustración,  conocido también como el Siglo de las Luces y  clave filosófica del movimiento neoclásico en todas sus manifestaciones. Fue denominado así por su declarada finalidad de disipar las tinieblas de la humanidad mediante las luces de la razón.

El propósito final del Neoclasicismo fue la educación y la moralización de la sociedad a través de la creación de una estética que le confiriera un nuevo sentido al paso de la tradición a la modernidad. Los artistas y escritores creían que a través de sus obras ayudaban a difundir los valores necesarios (libertad, idea de patria, heroísmo y espíritu de sacrificio, rigor y autodominio) para construir una sociedad racional, moral, culta y progresista que superara la ignorancia, a la que veían como madre de la intolerancia y el dogmatismo.

Así pues, el Neoclasicismo trajo consigo la nueva búsqueda por el equilibrio, la serenidad y la formación de los ciudadanos.

Los ideales de libertad, igualdad y fraternidad, así como el poder puesto nuevamente en la razón, iluminaron a los intelectuales y artistas para plasmar los avances de la sociedad y el deseo de libertad, independencia y rebeldía. Para ello regresaron a las formas clásicas; en parte, influenciados por los descubrimientos arqueológicos; y se restableció el conocimiento como el único camino hacia la verdad y el aprendizaje. Así, las obras literarias adquirieron una finalidad didáctica y crítica. Se crearon diversas instituciones culturales que promovían el lenguaje y la cultura, y se comenzaron a desarrollar diversos géneros literarios: drama, fábula, crítica, narrativa, etc.

En este contexto destacaron autores como Goethe, Jonathan Swift, Daniel Defoe, José Cadalso, Tomás de Iriarte o Gaspar Melchor de Jovellanos. En cuanto al teatro español, la gran figura del siglo de las Luces fue Leandro Fernández de Moratín, creador de la comedia moratiniana, en la que ridiculizaba los vicios y costumbres de su época, intentando convertir el teatro en un medio didáctico para reformar las costumbres. De las cinco comedias que escribió destacaron El viejo y la niña y El sí de las niñas en las que defendía el derecho de la mujer para elegir libremente al marido.

A lo largo del siglo XVIII se desarrolló una nueva mentalidad que enlazó con la antropología renacentista y que en consecuencia rompió con la cosmovisión del mundo Barroco. A este periodo se le llamó «Ilustración». Dicho movimiento se basó, a grandes rasgos, en el espíritu crítico, que rompía abruptamente con el principio de autoridad, en el predominio de la razón y su fundamentación en la experiencia así como en la confianza en la ciencia y en el afán didático. Como consecuencia, la filosofía y la ciencia fueron las disciplinas más valoradas. Por este motivo, este periodo fue también conocido como el «Siglo de las Luces» o «Siglo de la Razón». Su principal característica fue la búsqueda de la felicidad humana a través de la cultura y el progreso. Las nuevas ideas asociadas al pensamiento ilustrado hicieron que el arte y la literatura se orientaran hacia un nuevo clasicismo (Neoclasicismo), del que se deriva el adjetivo "neoclásico". En literatura se buscó la expresión moderada de las emociones y la imitación de las normas y reglas clásicas (puestas de actualidad gracias a los descubrimientos arqueológicos de ese período). Al mismo tiempo se valoró el equilibrio y la armonía como el principio estético dominante.

Los ilustrados fueron una minoría culta formada por nobles, funcionarios, burgueses y clérigos. Su afán reformista les llevó a chocar con la Iglesia y la mayor parte de la aristocracia. Pese a los afanes ilustrados, la mayoría del país siguió apegada a los valores tradicionales.

A lo largo de la Ilustración se diferenciaron tres corrientes literarias principales:

- El Postbarroco que ocupó prácticamente la totalidad del siglo XVIII y durante el cual se pretendió continuar el estilo, técnicas y temas que fueron característicos del movimiento barroco en el Siglo XVII sin aportar, literariamente, nada nuevo ni de especial calidad.

- El Neoclasicismo que se caracterizó como movimiento por aplicar las ideas propias de la Ilustración al mismo tiempo que buscaba regresar a los valores clásicos grecolatinos, al sometimiento de las reglas de creación literaria, en especial las de Aristóteles, a la eliminación de todo sentimiento desbordado en toda obra de arte, a la imitación de la naturaleza y al concepto de que toda obra literaria o artística debía buscar una utilidad.

- El Prerromanticismo que se anticipó al Romanticismo del siglo XIX al dar prioridad a los sentimientos por encima de la razón, dando lugar a la aparición del terror. Como consecuencia, las obras estuvieron ambientadas en lugares macabros con naturaleza estridente y desbordada, en días de tormenta, noches oscuras y tenebrosas, cementerios, ruinas…, características típicas del Romanticismo.

Por otro lado, el Neoclasicismo y Prerromanticismo coexistieron en los últimos años tanto en el tiempo como en la propia obra de algunos escritores, como fue el caso de José Cadalso, cuya obra podría situarse parcialmente entre el Neoclasicismo (Las Cartas Marruecas) y el Prerromanticismo (Las Noches Lúgubres).