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Sergei Grinkov y Ekaterina Gordeeva, amor sobre el hielo.


La primera aparición en el hielo de Sergei Grinkov y Ekaterina Gordeeva hizo de este dúo uno de los más populares entre los fanáticos del patinaje artístico. Todo el país siguió con interés el destino deportivo y la relación personal de los patinadores: sus victorias, sus triunfos, la vida feliz y la tragedia familiar... Una pareja que amaba el patinaje y que se amaba mutuamente por encima de todo. Pero comencemos por el principio…

Años 80. Unión Soviética. El patinaje artístico estaba en la cima de la popularidad. Los padres aceptaban voluntariamente que sus hijos fueran entrenados por la sección rusa de patinaje artístico. Los padres de los futuros campeones olímpicos Sergei Grinkov y Ekaterina Gordeeva no fueron una excepción.

Ekaterina Gordeeva, familiarmente llamada Katia, nació el 28 de mayo de 1971 en Moscú. Su padre era un bailarín que deseaba que su hija mayor siguiera sus pasos convirtiéndose en una bailarina como él. Desde la edad de tres años actuó en el grupo Kalinka, después de haber pasado con éxito la selección competitiva en la escuela de ballet en el Teatro Bolshoi, al mismo tiempo que recibió clases de patinaje artístico en el club CSKA, deporte que Katia apreciaba profundamente para desgracia de su padre. El entrenador de patinaje de Katia convenció a su padre de que su hija tendría más futuro sobre el hielo y proyectó para ella una carrera en la disciplina de patinaje en pareja. Tan solo había que encontrarle un compañero.

Por su parte, Sergei Grinkov nació el 4 de febrero de 1967 en el Moscú de la ex-Unión Soviética, en una época donde se identificaba a los niños con condiciones atléticas y se les llevaba a escuelas especializadas, como el club CSKA, para realizar rigurosos entrenamientos en la disciplina deportiva. 

Sergei solo tenía 5 años cuando comenzó a patinar sobre el hielo con el club deportivo CSKA. Al contrario que muchos patinadores, Sergei no había crecido en un medio artístico. Sus padres eran policías y jamás se interesaron por el patinaje. De hecho, el joven Sergei nunca tuvo una infancia muy feliz. Al no tener abuelos, sus padres se vieron obligados a internarlo muy pronto en una pensión para poder ir a trabajar. Sergei vivió muy mal ese distanciamiento.

Por otro lado, el joven atleta deseaba hacer una carrera de patinador individual, pero su entrenador, Vladimir Zaharov, pensaba que su nivel en salto era demasiado flojo y le aconsejó el patinaje en pareja.

El destino haría que, por esa época, Katia acudiera con una amiga a una sesión de entrenamiento con chicos mucho mayores que ella. Fue allí que, por primera vez, Katia conoció a Sergei. No obstante, Katia ya lo había visto anteriormente en la escuela puesto que Sergei rechazada a veces ponerse el uniforme obligatorio. Sin embargo, nunca habían hablado a causa de la diferencia de edad. El camino de Katia y Sergei, por aquel entonces de 10 y 14 años respectivamente, se cruzaría definitivamente en agosto de 1981 cuando el entrenador Zaharov le pidió a la joven rusa acudir más pronto al entrenamiento ya que le había encontrado pareja. Ekaterina se alegró profundamente al comprobar que se trataba de Sergei Grinkov. Fue así como, meses más tarde, con 15 años de edad, Sergei se vio emparejado artísticamente a una chica cuatro años menor que él. Ekaterina era una niña muy atenta y responsable, tomada a menudo como un serio ejemplo por sus entranadores ante Sergei cuya conducta era más bien todo lo contrario.

Un día, Sergei faltó a un entrenamiento. Descontento con ello, Vladimir Zaharov decidió que no quería seguir trabajando con Sergei y que Katia no tenía ningún futuro con alguien como él. Sin embargo, ya hacía dos años que la pareja patinaba junta y Ekaterina no quería cambiar de pareja. Los padres de ambos patinadores fueron convocados en la pista de patinaje. La decisión del entrenador no molestó en absoluto a los padres de Sergei que preferían que su hijo se dedicara más bien a la danza sobre hielo, deporte mucho menos peligroso. Sin embargo, los padres de Katia sabían que su hija estaría perdida sin él. Así que, finalmente, optaron por que sus hijos decidieran su futuro. Katia y Sergei finalmente escogieron seguir el mismo camino juntos.

Los dos rusos demostraron rápidamente que no se habían equivocado tomando esa decisión y se convirtieron de inmediato en las nuevas estrellas del patinaje artístico en pareja. Alexander Zhuk se convirtió en su nuevo entrenador. En 1985, ganaron su primer campeonato mundial junior. Sin embargo, la pareja no podría saborear esa victoria mucho tiempo ya que tuvieron que retomar los entrenamientos para los campeonatos mundiales donde se posicionaban como favoritos. Durante dichos campeonatos, la presión fue tan fuerte que Katia solo tenía una idea en mente: volver a casa. No obstante, antes de la prueba libre, el entrenador aconsejó a Sergei llevar a Katia de fiesta para que ésta desconectara un poco de tanta presión, una idea que terminó siendo acertada cuando la pareja realizó de nuevo una actuación perfecta, obteniendo las mejores notas de cada juez en el programa libre. Por primera vez, Katia y Sergei se alzaron con el título mundial. Entonces tenían 13 y 17 años.

Por otro lado, Ekaterina comenzaba a interesarse cada vez más en Sergei, que se había convertido en un chico muy atractivo, sobre todo porque la adolescente no tenía amigos de su edad y se sentía sola. Todo lo contrario a Sergei que, de carácter extrovertido, siempre estaba rodeado de gente.


Durante el verano de 1986, circuló una petición pidiendo la dimisión de Alexander Zhuk como entrenador a causa de sus problemas de alcoholismo y de su fuerte temperamento autoritario. Si bien esta petición caería en saco roto, permitió a Katia y Sergei poder cambiar de entrenador. Desde ese momento, Stanislav Leonovitch se convirtiría en su entrenador y, desde ese momento, el patinaje se convertiría en un placer para la pareja, lejos de las rígidas y autoritarias ideas de Zhuk. Katia y Sergei se dedicaron a repetir una y otra vez una figura que, hasta ese entonces, jamás había sido realizada por nadie en competiciones internacionales: el salto cuádruple con giro. Durante el programa libre de los campeonatos de Europa en 1987, Katia y Sergei consiguieron realizar esa figura inédita a la perfección. Sin embargo, durante la continuación del programa, Sergei rasgaría el bajo de su pantalón. El juez pidió a la pareja detener la prestación a causa del peligro que ello suponía, cosa que los dos patinadores no haría de inmediato hasta el momento en el que la música se interrumpió. Ante la indecisión de su entrenador de si debían o no seguir con la prestación, Katia y Sergei decidieron continuar su programa sin música.  El público, hipnotizado por la pareja, aplaudió entusiasmado al final de la prestación. Sin embargo, los jueces se negaron a puntuarles y les pidieron volver a repetirlo, cosa que Katia y Sergei rechazaron quedando descalificados. Muchas personas reprocharían a Stanislav Leonovicth el no haber sabido reaccionar a causa de su inexperiencia. Ese episodio, no obstante, no afectaría a la pareja que durante los campeonatos mundiales quedarían en un segundo lugar.


















Frente a la adversidad, algunos compañeros de deporte ven explotar su relación donde otros se acercan. Irremediablemente esto es así en el patinaje artístico, donde las parejas trabajan intensamente durante meses en un momento tan cercano que la tormenta a veces retumba inevitablemente. Fue en ese contexto que evolucionaron los soviéticos Katia Gordeeva y Sergei Grinkov, considerados en su época como la mejor pareja del planeta en el hielo. Habían estado patinando juntos durante cinco años y estaban constantemente tratando de mejorar y perfeccionar su programa.

La joven Katia tenía 16 años y medía 1,56 m de altura. Lógicamente era muy ligera de peso. Su compañero Sergei Grinkov tenía cuatro años más y era 25 cm más alto que ella, lo que significaba que era capaz de realizar algunas elevaciones impresionantes durante sus programas. Pero un día de entrenamiento, a tres meses de los Juegos de Invierno de 1988, las cosas terminaron bastante mal. Grinkov perdió el equilibrio y soltó a su compañera, que cayó de cabeza. Pasaría seis días en el hospital, durante los cuales, Sergei, bastante preocupado por el incidente, se dedicaría a mimar y colmar de regalos a Katia. Katia se recuperaría e, increíblemente, este episodio reforzaría la confianza y la complicidad de ambos patinadores. Fue así como Sergei pasaría, por primera vez, el Año Nuevo con la famila Gordeev.

Durante el programa corto de los Juegos Olímpicos de Invierno (Calgary, Canadá), la pareja acabaría alzándose con el título olímpico. No obstante, como la mayoría de los patinadores tras ganar un título olímpico, a Katia le resultó difícil encontrar la motivación para los campeonatos mundiales, tanto que durante el programa libre, se caería en el triple salto, error que permitió a Elena Valova y Oleg Vassiliev alcanzar el título mundial en esa modalidad.




En noviembre de 1988, Katia sufrió una fractura de pie que impidió a la joven rusa calzarse los patines durante varias semanas. Para Katia fue un periodo muy dificil que, finalmente, tendría resultados positivos para la pareja cuya relación personal se consolidaba cada día más, si bien Katia desde un primer momento tuvo miedo de que Sergei aprovechara la situación para buscar una nueva pareja artística. Sin embargo, éste último le hizo entender que solo ella contaba para él. Para Nuevo Año, Katia le regaló una botella de licor a Sergei y aprovechó para invitarlo a pasar las fiestas de fin de año sin saber que Sergei ya tenía planes. Contra todo pronóstico, Sergei aceptó la invitación de Katia tras haber bebido una gran parte del famoso licor. Sergei, bajo los efectos del alcohol, encontró por fin el coraje de besar a Katia por primera vez y declararle sus sentimientos. Ambos decidieron guardar en secreto su relación. Solo la hermana de Sergei sabía de ella. Sergei y Katia no solo se habían convertido en una pareja artística sobre la pista de hielo sino que su amor fue forjándose con los años hasta culminar en boda en abril de 1991, al mismo tiempo que los títulos siguieron llegando: en 1991 ganaron su primer campeonato mundial profesional y repitieron victoria en dos ocasiones más, en 1992 y 1994. Tras casarse, dejaron durante un tiempo de lado las competiciones e iniciaron una gira con Stars On Ice que les llevó por EEUU y Canadá hasta el año 1992 en que Katia comenzó a  inquietarse por su estado de salud. Su médico le anunciaría que estaba embarazada. La noticia no alegró en absoluto a Katia que no se sentía preparada para tal responsabilidad y que, además, deseaba seguir patinando. Katia dudó si tener o no al bebé y se le pasó por la cabeza el aborto. Sin embargo, su médico le advirtió sobre la imposibilidad de quedarse embarazarse en un futuro. El miedo a no poder ser madre en un futuro y el entusiasmo de Sergei cuando descubrió la noticia hicieron que Katia cambiará rápidamente de idea. El 11 de septiembre de 1992 Katia daba a luz a su hija Daria Serguéyevna Grinkova (apodada Dasha) en New Jersey, Estados Unidos.







Poco después del nacimiento de Daria, la pareja ya estaba entrenando nuevamente para una nueva temporada de Stars on Ice, que debutó ese noviembre.

Su patinaje era único, irradiaban magia cuando actuaban. Katia y Sergei supieron conquistar a todos con su pasión en la pista y con su amor mutuo. La devoción que sentían hacia el patinaje y, a la vez, el amor que se tenían el uno hacia el otro hizo que se convirtieran en la pareja de patinaje más conocida del momento y que cosecharan éxito tras éxito. Se los consideraba la mejor pareja de todos los tiempos. Muchos se referían a ellos solamente como "G&G".

En 1994, volvieron a la competición olímpica y obtuvieron su segunda medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Invierno de LillehammerOpplandNoruega. Después de esas Olimpiadas, volvieron de nuevo al patinaje profesional y se instalaron en Simsbury, Connecticut. Durante la temporada 1994-95, viajaron otra vez, con Stars on Ice. Ese año, Katia fue nombrada una de la "50 personas más bellas del mundo" por la revista People y ese verano fueron elegidos para el Salón de la Fama del Patinaje Artístico sobre Hielo. Sin embargo, la tragedia llegaría un 20 de noviembre de 1995, cuando durante un entrenamiento de rutina para la gira de 1996, Sergei sufrió un colapso y murió de un ataque al corazón en la pista de hielo de Lake Placid, Nueva York. Más tarde, los doctores comprobarían que Grinkov sufría de una condición congénita del corazón, la misma que causó la muerte a su padre cinco años antes.













Durante los días que siguieron a la muerte de Sergei, Katia perdió el gusto por la vida y no sería hasta el día en que decidió calzarse de nuevo los patines que comenzaría a creer de nuevo en el futuro. El equipo de Star on Ice apoyó a Katia en ese duro trance. El anuncio de la muerte de Sergei supuso un inmenso drama para el pueblo ruso que consideraba a los dos patinadores como héroes. Numerosos patinadores estuvieron presentes durante el entierro, como Scott Hamilton, Oksana Baiul y Victor Petrenko. Sergei Grinkov fue enterrado en el cementerio Vagan'kovskoye de Moscú.

Cuatro meses más tarde, el 27 de febrero de 1996, Katia y numerosos patinadores rindieron un homenaje a Sergei durante el espectáculo "Celebration of a Life". Por primera vez, Katia se calzó de nuevo los patines y se lanzó sobre el hielo, sola. Más tarde, publicaría el libro My sergei; a love story que narra la vida de la pareja.

La patinadora moscovita volvió a participar en el espectáculo Stars on Ice, pero, salvo en contadas ocasiones, no volvió a patinar acompañada. En unas de esas ocasiones, conocería a Ilia Kulik, medallista olímpico por aquel entonces, con el que tendría una hija, Elizaveta, el 15 de junio de 2001. La pareja se casaría un año más tarde en San Francisco, pero lamentablemente se divorciarían en 2015. Sin duda alguna, el gran amor de su vida siempre fue Sergei.









  

Ekaterina Gordeeva y Sergei Grinkov eran diferentes al resto de otras parejas de patinadores. Tenían su propia y única magia en el hielo, y el amor que se profesaban mutuamente era palpable para cualquiera que los viera patinar.

Empezaron a patinar cuando Ekaterina tan solo tenía 10 años y Sergei 14. A través de los años ganaron competición tras competición y los corazones de todos aquellos que los presenciaron patinar. Se enamoraron, se casaron en 1991 y tuvieron una niña en 1992. Obtuvieron medallas de oro en las Olimpiadas de 1988 y 1994. Vivían un perfecto cuento de hadas. Pero esa felicidad terminó en 1995 cuando Sergei murió repentinamente dejando atrás a su joven esposa y a su hija de 3 años. Sólo tenía 28 años. Cuando el corazón de Sergei se detuvo dejó un hueco en el corazón de la familia, los fans, los amigos y la comunidad del patinaje artístico. A veces, las historias más bellas de amor no tienen un final feliz… pero permanecen para siempre en el corazón de todo aquel que fue testigo de ellas.












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