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VANGUARDISMO (Siglo XX)











Durante el segundo tercio del siglo XIX, Europa experimentó un fuerte desarrollo económico, consecuencia de la revolución industrial. Este auge económico se prolongó hasta los primeros años del siglo XX (1914), hasta que se desencadenaría el primer gran conflicto bélico de la historia: la Primera Guerra Mundial. Esta guerra y sus consecuencias impresionaron profundamente el espíritu de los artistas: un sentimiento generalizado de lo absurdo y de la irracionalidad del ser humano se convirtió en la influencia principal que provocaría el surgimiento de un arte animado por el desencanto. Las artes se convirtieron, así, en el medio de escape de las realidades colectivas y las ideas que surgieron se cobijaron bajo el vocablo francés, “vanguardias”. Las vanguardias adoptaron una actitud combativa contra todo el arte precedente, consideraban la literatura y el arte en general como un juego intrascendente, proseguían fines comunes de instropección y ruptura de convencionalismos y órdenes preestablecidos, rechazaban el realismo, rendían culto a la novedad, buscaron inspiración en diferentes y lejanas culturas, eliminaron la lógica y disolvieron la estructura formal del poema, a veces utilizando un lenguaje coloquial.
En el Vanguardismo todo era cuestionado. Los escritores vanguardistas presentaron sus obras con claras ideas combativas y de abolición, a través de las cuales la negación de las reglas anteriores se convirtió en una bandera enarbolada de manera desafiante. Por otra parte, todo lo que resultaba ser una novedad era importante y apostaron por ella. En cuanto a recursos literarios, la metáfora fue el ideal para expresar las ideas innovadoras. Con su uso, los escritores buscaron sumergir a los lectores en mundos surrealistas que les hicieran dudar y cuestionar, en muchos de los casos, la existencia misma de la humanidad. Defendieron la espontaneidad como forma de expresar las emociones, sin tanta profundidad en el discurso, rompiendo con la influencia burguesa reinante, contra la que se oponían rotundamente. Los vanguardistas estuvieron influenciados por las teorías psicoanalíticas de Sigmund Freud sobre el subconsciente, que sirvió de base al surrealismo y a la exploración del mundo onírico en la manisfestación literaria.
Entre los artistas de la época, el pintor Dalí fue uno de los principales representantes europeos del Surrealismo pictórico. Asimismo, Dalí, que siguió de cerca las obras de Freud y de Breton, sería el motivo por el cual el poeta Lorca empezaría a escribir también poesía surrealista.


Entre 1909 y 1929, surgieron en Europa numerosos movimientos de vanguardia, también denominados «ismos»: Futurismo, Cubismo, Dadaísmo, Surrealismo, Creacionismo, Ultraismo, Expresionismo, entre otros. La libertad de expresión adquirió, entonces, un nuevo significado, alterando la estructura de las obras, abordando temas tabú y reinterpretando los parámetros literarios.

El FUTURISMO literario nació en Italia, hacia el año 1909. Tenía como su principal motor impulsador al poeta italiano Filippo Tommaso Marinetti. El futurismo se declaraba antirromántico, militarista, patriótico y rechazaba la influencia de la herencia del pasado. Admiraba el riesgo, la rebeldía, la violencia, la agresividad artística, la velocidad, salirse de las formas convencionales, reinventar al hombre, la belleza de los nuevos avances de la modernidad: las ciudades, las máquinas, la industria. Entre las obras de Filippo destacó su Manifiesto del futurismo, donde se mostraba claramente las bases de su corriente.

El CUBISMO nació como una manifestación de las artes plásticas en 1907, con Las señoritas de Avignon, de Picasso, que rompía con la noción tradicional de perspectiva, yuxtaponiendo planos y puntos de vista y representando las figuras con formas geométricas. En literatura, destacó la creación de Guillaume Apollinaire, que en sus obras Alcools (1913) y Caligramas (1918) incorporó la superposición de imágenes, sin desarrollo argumental, la técnica del collage y la creación de poemas que conformaban un dibujo. Sin embargo, el lenguaje y las imágenes no siempre coincidían en el contenido expresado.












El DADAISMO fue un movimiento cultural que surgió, primero, en Europa y, posteriormente, en Estados Unidos. Fue creado en el Cabaret Voltaire en Zúrich (Suiza) entre 1916 y 1922 por el poeta alemán Hugo Ball (A la crítica de la inteligencia alemana), cuando grandes artistas de distintas nacionalidades se encontraron como refugiados en esa ciudad durante la Primera Guerra Mundial. Posteriormente fue adoptado por Tristan Tzara, quien se convertiría en la figura más representativa del Dadaísmo. La aparición de esta corriente se debió al desencanto que sentían esos artistas al vivir en la Europa del periodo tardío de la Primera Guerra Mundial y, posteriormente, de la actitud de rebelión hacia la abulia y desinterés social característico de los artistas del periodo de entreguerras.
El Dadaísmo adoptó un carácter provocador y nihilista negando totalmente el arte y la cultura precedentes. Se manifestaba contra la belleza eterna, contra la eternidad de los principios, contra las leyes de la lógica, contra la inmovilidad del pensamiento, contra la pureza de los conceptos abstractos y contra lo universal en general. Propugnaba, en cambio, la desenfrenada libertad del individuo, la espontaneidad, lo inmediato, actual y aleatorio, la crónica contra la intemporalidad, la contradicción, el "no" donde los demás decían "sí" y el "sí" donde los demás decían "no"; defendía el caos contra el orden y la imperfección contra la perfección. Por tanto, en su rigor negativo, también estaba contra el Modernismo y las demás vanguardias: expresionismo, cubismo, futurismo,… La estética dadaísta negaba la razón, el sentido, la construcción del consciente. Sus formas expresivas fueron el gesto, el escándalo y la provocación.













El SURREALISMO literario fue un movimiento con grandes connotaciones pictóricas que surgió en Francia hacia 1924 y que propuso una nueva manera de concebir el mundo constituyendo una verdadera revolución espiritual. En el 1er manifiesto surrealista, André Breton planteó incorporar a la creación el funcionamiento real del pensamiento, el mundo del subconsciente que se expresaba mediante sueños, mediante la escritura automática con el objetivo de que brotase, así, el mundo interior sin la intervención reguladora de la razón, ajeno a toda preocupación estética y moral. Razón por la cual el surrealismo tomó como fuente de inspiración las obras de Freud basadas en sus investigaciones sobre el inconsciente. Los representantes más relevantes de surrealismo fueron Paul Éluard, Robert Desnos, Philippe Soupault y Federico García Lorca (con su obra Poeta en Nueva York), entre otros. La influencia del surrealismo se extendió a las artes plásticas y al cine, y se expandió por Europa y por Hispanoamérica.
El EXPRESIONISMO literario, como el Cubismo, fue un movimiento principalmente pictórico que surgió en Alemania en 1905. Se caracterizó por el uso de imágenes intensas y violentas, por la deformación de personajes y de situaciones y por la insistencia en el poder de lo irracional. Las obras expresionistas giraban a menudo en torno a la angustia, al miedo, a la opresión, al mundo moderno, masificado e inhumano. Uno de los reprentantes más importantes del Expresionismo fue el austrohúngaro Franz Kafka, cuya obra marcó un hito en la historia de la literatura.
El ULTRAISMO fue un movimiento literario iniciado en España en 1918, siguiendo el modelo creacionista de Vicente Huidobro, enfrentado al modernismo y los novecentistas, que habían dominado la poesía en lengua española desde fines del siglo XIX. A la sombra de esos estímulos americanos, los ultraístas se reunieron en la tertulia del café Colonial de Madrid, presidida por Rafael Cansinos Assens y animada por Guillermo de Torre, Juan Larrea, Pedro Garfias, Ernesto López-Parra, Pedro Iglesias Caballero, Quiroga Plá y los hermanos Rivas Panedas, en un círculo que se iría ampliando, llegando a atraer la atención de un joven Jorge Luis Borges, pupilos como Rogelio Buendía, Isaac del Vando Villar, Eugenio Montes y Gerardo Diego, o de anarco-feministas como Lucía Sánchez Saornil. La poesía hacía un uso exagerado de la metáfora, donde se elimimaba por completo la rima y se daba prioridad a imágenes y metáforas chocantes, ilógicas, donde destacaban el mundo del cine, del deporte, del adelanto técnico: "Los motores suenan mejor que endecasílabos".

El CREACIONISMO fue uno de los movimientos literarios que tuvieron más fuerza a comienzos del siglo XX principalmente en España y Francia (1914), aunque más adelante también se unieron otros de Latinoamérica. El escritor y poeta Vicente Huidobro fue considerado como máximo representante del creacionismo. Según Huidobro, el escritor era una especie de Dios, una persona creadora y por lo tanto, debía de crear mundos completamente nuevos, como también otras sensaciones o emociones que anteriormente no estuvieran recogidas en ninguna palabra o expresión. Dentro del Creacionismo también destacaron autores como Juan Larrea y Gerardo Diego.
























Una figura fundamental de las vanguardias en España fue Ramón Gómez de la Serna, quien en 1909 publicaba en su revista Prometeo, el Manifiesto futurista; y en 1910, la Proclama futurista a los españoles, escrita por Marinetti para dicha publicación. De 1909 era también su discurso El concepto de la nueva literatura, considerado por algunos el primer manifiesto del vanguardismo español.
Compartió con las vanguardias españolas el gusto por las metáforas e imágenes, el humor y el juego. Su estética particular se manifestó en sus Greguerías (1914). Generalmente breves y concisas, las greguerías ofrecían una visión insólita de los objetos y la vida cotidiana mediante asociaciones sorprendentes. Las greguerías se basaban en comparaciones (El Coliseo en ruinas es como una taza rota del desayuno de los siglos); metáforas e imágenes (El arco iris es la bufanda del cielo; El agua se suelta el pelo en las cascadas); paronomasias y aliteraciones (Un tumulto es un bulto que le sale a las multitudes); parodias de frases hechas (Nunca es tarde si la sopa es buena); falsas etimologías (El panegírico parece alimenticio pero no lo es); juegos de palabras (En la vida se pierden hasta los imperdibles), y metonimias (Las moscas son los únicos animales que leen los periódicos).


















En la década de los 20, surgía una de las generaciones más brillantes de la história de la poesía, la llamada GENERACIÓN DEL 27, que se caracterizó por un conjunto de poetas españoles que compartían las mismas ideas, proyectos y pensamientos. Este sub-movimiento relacionado con el vanguardismo se dio a conocer a nivel cultural en el año 1927 y manifestó desde un principio su rechazo hacia la escritura sentimental, así que la lucha fue mantener una armonía entre el carácter intelectual y los sentimientos. Renovar, pero a la vez conservar lo tradicional, fue uno de los objetivos fundamentales. De ahí que poetas clásicos españoles como Bécquer o Garcilaso sirvieran de fuente de inspiración a la generación del 27. Preconizaban la universalización del español sin perder su esencia, el uso del verso libre y la metáfora, el afán de originalidad y la autosuficiencia del arte. Los poetas del 27, influenciados por la tradición, lo moderno y las vanguardias utilizaron el romance, los versos octosílabos y rasgos propios de las vanguardias. La mayoría de ellos, de talento abierto, liberal y progresista, se caracterizaron por ser defensores de la República, por este motivo algunos acabarían asesinados por el régimen franquista o en el exilio.
Entre los poetas más representativos de este movimiento destacaron Pedro Salinas (La voz a ti debida), Federico García Lorca (Romancero Gitano, Poeta en Nueva York, La casa de Bernarda Alba, Bodas de Sangre), Luis Cernuda (Donde habite el olvido), Rafael Alberti (Marinero en tierra, Sobre los ángeles), Jorge Guillén (Cántico), Dámaso Alonso (Hijos de la ira), Gerardo Diego (Romance del río Duero), Vicente Aleixandre (La destrucción o el amor), Miguel Hernández (Vientos del pueblo, Cancionero y romancero de ausencias), entre otros.


La temprana y dramática muerte de Federico García Lorca, asesinado por ser una reconocida figura cultural de la República y por homosexual, acrecentó su leyenda, plenamente justificada por la calidad de su obra. En poesía supo mezclar con maestría la tradición y la vanguardia, hizo uso magistralmente de metáforas sorprendentes, símbolos como la luna, la sangre, el caballo, el verde... que sugerían un destino trágico. El tema de la frustración, el destino trágico del ser humano, el deseo, la rebeldía o la muerte eran recurrentes en su obra. Su poesía era de tipo popular en la que incluyó el cante y el mundo andaluz así como el mundo de los gitanos como pueblo mítico, símbolo de belleza, valentía y libertad.
En teatro, Lorca fue el máximo exponente de la renovación del género en el primer tercio del siglo XX. Creó una compañía teatral, La Barraca, que iba de pueblo en pueblo, representando las obras clásicas del teatro español, con el fin de hacer llegar la cultura a todos los españoles. Los temas de su teatro eran: el destino trágico del ser humano, las frustraciones, el ansia insatisfecha de amar, el conflicto constante entre la libertad del individuo y la autoridad, la falsedad de las convenciones sociales o el apoyo sin fisuras a los marginados sociales. Las protagonistas de sus dramas fueron preferentemente mujeres con un destino que era, inevitablemente, la tragedia o el drama. Sus grandes obras de teatro se desarrollaron en un ambiente rural, en Andalucía.
Por otro lado, el más claro ejemplo de la simbiosis entre vocación poética y compromiso político fue Rafael Alberti, poeta que recorrió todos los caminos poéticos de los años veinte y treinta del siglo XX. Sus inicios destacaron por la raíz popular y el influjo de las cancioncillas tradicionales como se observa en el poemario Marinero en tierra en el que destacaban la nostalgia del ambiente marinero de su infancia y los metros castellanos populares. El surrealismo aparecía en obras como Sobre los ángeles, donde se manifestaba la profunda desolación existencial, las angustias y frustraciones del poeta.


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