Unforgiven * Lauren Kate - Prólogo

Fecha de publicación: 10 NOV 2015

Cam cerró sus ojos y la vio. La parte de atrás de su cabello rojo estaba recogido holgadamente en una trenza. Sus largos dedos acariciaban las cuerdas de una lira mientras se apoyaba contra un árbol.

Él nunca se permitía a sí mismo pensar en ella. ¿Por qué lo estaba haciendo ahora?

-Esta lata está rota –una voz familiar lo sacó de su ensimismamiento- ¿Me lanzas otra?

Cam se asomó y miró hacia abajo a través de una ventana rota de color rosado, hacia la transformada capilla que Sophia Bliss había utilizado como su oficina cuando se hizo pasar por la bibliotecaria de Espada.

 Una chica con el cabello negro brillante apareció  en la capilla. Las alas de Arriane se flexionaron mientras sacudía una lata de aerosol y se elevaba del suelo, apuntando el pulverizador en dirección a la pared.

Su mural mostraba a una chica en un bosque azul brillante. Llevaba puesto un magnifico vestido negro y observaba a un chico de cabellos dorados que le estaba tendiendo una peonía blanca.

-Luce y Daniel para siempre –roció Arriane con el aerosol formando letras góticas de color plateado sobre la falda de la chica.

Detrás de Arriane, había un demonio de piel oscura y con rastas que estaba encendiendo una vela a la altura del vitral donde se mostraba a Santa Meurte, el santo de la Muerte, justo en el mismo lugar donde Sophia Bliss había asesinado a una joven mortal, Penn, amiga cercana de Lucinda.

Los ángeles caídos no podían entrar en los santuarios de Dios.  Pues si cruzaban el umbral, la casa de culto estallaba en llamas, incinerando a todo mortal que se encontrara dentro. Sin embargo, esa capilla había sido corrompida en el mismo momento en que Sophia se apropió de ese lugar convirtiéndolo en su residencia. Ella era un ser eterno y su presencia anulaba la santificación del lugar.

Cam desplegó sus alas y descendió a través de la ventana rota, aterrizando silenciosamente detrás de Arriane.

-Cam –Roland abrazó a su amigo- ¡Qué coincidencia encontrarte aquí!

-¿Lo es? –preguntó Cam.

-No,  si te gustan los tacos de cerdo,-dijo Arriane y le lanzó a Cam un pequeño paquete cerrado- ¿Recuerdas el camión de tacos en Lovington? He estado deseando esto desde que escapamos de este infierno -abrió su paquete de papel aluminio y devoró su taco en dos bocados.

-¿Qué estás haciendo aquí? –le preguntó Roland a Cam.

-Dejé mi guitarra en el dormitorio –Cam se recostó contra la fría columna de mármol, esperando que sus amigos no lo presionaran más.

 Roland asintió.

 -Todos tenemos que encontrar nuevas formas para llenar la eternidad, ahora que Luce y Daniel se han ido. –hizo una pausa- Lo que ocurrió en Troya te dio… no sé….

 -Creo que la palabra que estás buscando es “esperanza” –Arriane agarró el taco de Cam y se lo terminó de comer- Si después de todos estos cientos de años, Luce y Daniel pudieron hacerle frente al Trono y obtener un final feliz, ¿por qué no podría hacerlo alguien más? ¿Por qué no podríamos hacerlo nosotros?

 -Final feliz –repitió Cam mirando a través de la ventana rota- Es una contradicción de términos.

 -Escúchanos –Arriane se tocó la cicatriz de su cuello- ¿Qué sabemos nosotros sobre el amor,  nosotros que somos tres pájaros cansados de su presa? –miró a Cam y luego a Roland- ¿Cierto?

 -El amor no es propiedad exclusiva de Luce y Daniel –dijo Roland- Todos lo hemos probado. Puede que lo hagamos de nuevo.

 -Yo no. –dijo Cam.

 Arriane suspiró y batió sus alas para elevarse un par de pies. Con su aerosol, añadió, cuidadosamente, el delicado trazo de unas alas por encima de los hombros de Lucinda.

 -A veces me pregunto…

 -¿Qué? –preguntó Roland.

 -Si  vosotros pudierais volver atrás y no meter la pata de una manera tan épica sobre el amor, ¿lo haríais?

 -¿Cuál es el interés de tu pregunta? –quiso saber Cam-  Rosaline está muerta – contempló a Roland hacer una mueca de dolor por la mención del nombre de su amada- Tess nunca te perdonará, -añadió Cam mirando a Arriane- Y Lilith…

 Había pronunciado su nombre. Lilith fue la única mujer a la que Cam ha amado.  Él le había pedido que se casaran. No había funcionado.

 Lilith estaba muerta, también. Se había suicidado frente a la costa de Lesbos tres mil años atrás.

 Los mortales que se suicidaban eran conducidos directamente a Lucifer, no porque Lucifer los deseara sino porque El Trono era bastante generoso con las acciones positivas. En un par de ocasiones, Cam había estado cerca de pedirle a Lucifer que le permitiera ver el  alma de Lilith. Cam sabía que Molly ya había hecho un trato con el Diablo una vez cuando le pidió que le permitiera ver el destino de un amigo suyo que se encontraba en el infierno. A Cam eso no le preocupaba en absoluto. Los tratos con Lucifer eran muy comunes. Lo que sí le preocupaba era los efectos que causarían en él ver de nuevo a Lilith.

 Roland parecía estar leyendo su mente.

 -Podrías hacerlo a tu propia manera.

 -Yo hago todo a mi propia manera –dijo Cam.

 -Es una de tus mejores características –dijo Roland, mirando a Cam y luego contempló  las estrellas a través del techo en ruinas para a continuación volver a mirar a Cam. – Cam –la mirada de Roland recorrió las alas de Cam- el miedo apareció como un brillo en sus ojos- Tus alas.

 Cerca de la punta del ala izquierda de Cam había un solitario y diminuto filamento blanco.

 Arriane se quedó boquiabierta.

 -¿Qué significa eso?

 Era una mancha blanca en medio de un campo dorado. Sin embargo, le hizo recordar a Cam el momento en que sus alas habían pasado de ser blancas a doradas, cuando se alejó del amor de Lilith.

 Cam había aceptado su destino hacía mucho tiempo, pero ahora, por primera vez en milenios, se imaginó algo más.

 ¿Qué tal si…?

 ¿Era posible…?

 -Tengo que irme –extendió sus alas. Una brillante luz dorada inundó la capilla. Roland y Arriane se apartaron del camino. La vela se tambaleó y luego se deshizo… su llama fue menguando contra el frío suelo de piedra.

Cam salió como un cohete en dirección al cielo, perforando la noche, y se dirigió hacia la fuerza más oscura de todas.

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