Entre los lectores siempre ha existido esa
fascinación por lo diferente que nos atrae como el imán al hierro…y es esa
diminuta línea que separa la realidad de la fantasía. A los 10 años devoraba todo lo que caía en mis
manos en especial todo lo que tenía que ver con el tema fantástico. ¿Quién no
se acuerda de La Historia interminable
de Michael Ende? Uno de sus personajes, Bastián, leyendo un
extraño libro, averiguaba que el reino de Fantasía corría serio peligro.
Únicamente, si se reunía con el valiente guerrero Atreyu, Fantasía podría
salvarse...
O Momo, también de Michael Ende. Una niña que poseía
la maravillosa cualidad de saber escuchar y de querer ayudar a las personas,
sobre todo cuando los hombres grises decidieron apoderarse de uno de los bienes
más valioso que poseían las personas: su tiempo. Porque el tiempo es vida y
ésta reside en el corazón.
Más tarde, llegaría la saga El señor de los
Anillos, de J.R. Tolkien, cuya historia se desarrolla en la Tierra Media, un lugar fantástico poblado
por hombres y seres de otras razas (hobbits, enanos, elfos) y muchas otras
criaturas inimaginables como los trolls y los orcos.
O Anne Rice con sus Crónicas vampíricas (sin olvidar claro está al pionero de este
género Bram Stoker con su Drácula).
La literatura fantástica comenzó a tocar temas que rozaban el terror pero
también esa clase de oscuro romanticismo desesperado. Rice supo mezclar el
mundo fantástico y el mundo vampírico con una naturalidad indescriptible. Así
pudimos conocer a un nuevo vampiro atrapado en su particular duda existencial
que lo convertía en un ser inmortal más humano.
No tardaría en llegar la saga Twilight, de Stephenie Meyer, que narraba el romance entre
una chica humana y un chico vampiro…
Con el tiempo, también se pondría de moda el
universo distópico y post-apocalítico…Sociedades gobernadas por una minoría que
vive y manda a su gusto sin ética ni igualdad a costa de una gran mayoría de la
población que sobrevive en condiciones infrahumanas…Ahí tenemos dos trilogías Los juegos del Hambre de Suzanne
Collins… y Divergente de Veronica
Roth
Pero ya se trate de géneros distópicos,
vampíricos o ciencia –ficción…todos ellos tiene un nexo en común: lo
fantástico.
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