Escrito por Aida L. Campos
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-Shelley, a donde vas? – preguntó su amiga con
curiosidad, al ver a Shelley cambiándose de ropa.
-Tengo una cita. – contestó sin argumentar mucho.
-Lo conozco?- preguntó su amiga.
-No.
-No quieres decirme con quién vas a salir ésta
noche?
-No.
-Por qué?
-Por que no.- contestó Shelley terminando de
vestirse.
-Bueno, como no me quieres decir, espero que el
chico sea muy amable y bueno contigo…- le dijo Jane con tono sarcástico.
-Gracias, Jane.- Dijo a medio sonreír por el
comentario.
-Sabes, Shelley…- lo dijo casi sin pensar-
….nada, olvídalo.
-Que?- preguntó Shelley con curiosidad.
-No te gustaría oír un cuento…..te apuesto a que
después de oírlo no querrás irte.
-Tan bueno es?
-Puede ser.
-Bueno, es corto?
-Siempre mis cuentos son cortos.
-No quiero arruinar mi cita.
-Está bien.
-Bueno, acomódate bien para empezar el cuento.
-Vamos , no te hagas la interesante.
-Hubiera sido mejor hacer cuentos para dormir,
así podrías tener pesadillas.
Shelley le tiró con una almohada, y las dos
comenzaron a reír. Eran amigas de hace mucho tiempo. Compartían el mismo
departamento.
-He aquí la leyenda….
-Leyenda, creí que era un cuento!!
-Si, pero tiene algo de verdad…lo que pasa es
que se ha ido distorsionando de generación en generación. Bueno, déjame
empezar…
“ Esta es una historia acerca de una hermosa
chica llamada Lirio. Era tan hermosa que los hombres no podían resistirse a
ella. Todos se enamoraban locamente de Lirio. Pero ella en su vanidad, no
encontraba el hombre perfecto. Una noche, en una fiesta de sociedad, conoció a
un joven extremadamente bello. Sus ojos eran azules, como el cielo, su piel
parecía de nácar y tersa, su cabello lacio y negro lo hacía parecer como una
criatura nocturna. Sus manos no lucían manos que hubiera tocado la tierra, su
boca, bien delineada, rosa, se hacía desear con ansiedad. En fin era un hombre
de ensueños. Lirio cayó en su mirada, pero aquel joven era mucho más vanidoso
que ella.
Lirio lo miraba sin delatarse. Paseaba por sus
alrededores para que él deslizara sus ojos por su cuerpo. Aún así, el joven no
hacía el menor indicio de interés. Lirio cansada, de tanto desdén, decide
acercarse a otro joven, pero sin muchos encantos.
-Buenas noches, caballero… mi nombre es Lirio.
-Buenas noches, hermosa dama. Déjeme
presentarme…mi nombre es Elizandro Hieno.
-Raro nombre para un…- se detuvo Lirio para no
ser imprudente.
-Dígalo, no hay nada de malo en aceptar que soy
de clase pobre.
-Disculpe usted, no quise ser grosera, pero es un
placer conocerle Sr. Hieno.
-Aunque usted no lo crea, en un tiempo mi
familia poseía muchas tierras y estuvieron en muy buena posición. El nombre
Hieno le debe haber recordado algo.
-Perdone, mi ignorancia…le puedo llamar
Elizandro?
-Por supuesto.
-Para decir verdad, no creo recordar ese
apellido.
-Bueno, lo que encontrará será incidentes
desagradables. Mi padre perdió su fortuna, al serle infiel a mi madre. El escándalo acabó
con ellos.
-Oh!! Lo siento mucho.
-No tiene por qué sentirlo, Lirio. Eso quedó en
el pasado.
-Puede usted Don Elizandro Hieno, tomar mi brazo
e invitarme a bailar?
-Con tan hermosa dama? Quién no lo ha hecho aún?
Lirio y Elizandro, bailaron hasta el amanecer.
Ella encontró en él a un hombre hermoso de corazón, no perfecto, como ella
buscaba, pero era tierno y muy amable. Aún con esas cualidades, Lirio seguía
interesada en aquel joven, al que no supo su nombre esa noche. Solo quería ser
envidiada si conseguía salir con ese joven.
Elizandro acompañó a Lirio a su casa, y se
despidió como un caballero. Lirio , subió a su cuarto a soñar con el joven de
marfil que había visto en esa fiesta. Aunque sentía cierta atracción hacía
Elizandro.
Lirio soñó que era acompañada por el joven
misterioso y que la hacía suya con sólo mirarla. Durmió plácidamente con ese
pensamiento.
Semanas después, Lirio fue a visitar a la dueña
de la casa, donde había asistido a la fiesta. No pudo más con la curiosidad y
le preguntó.
-Doña Rosario, dígame una cosa, quién era aquel
joven tan apuesto, que estaba en su fiesta aquella noche?
-Sabía que me ibas a preguntar. Ese joven, nadie
lo conocía. Solo apareció aquí. Creo que su nombre era François D’Thorn.
-François D’Thorn? Un nombre francés?
-Así es, querida. Pero nadie tiene idea de quién
era.
-Suena interesante.
Lirio, siguió intrigándose cada vez más en ese
joven, llamado Francois D’Thorn. Era raro, por la mezcla que llevaba el nombre
y su apellido. Estaba casi segura que había oído ese apellido en alguna parte.
Lirio se despidió amablemente de Doña Rosario y salió de la inmensa casa.
Paseó por los jardines de la mansión, antes de
irse. Llegó hasta un pequeño banco alrededor de una fuente de agua. Y observó
su rostro en ella. Pensó para sus adentros.
-“ Caramba, Lirio…la verdad es que eres una
mujer hermosa”.
-Cierto, es bella la dama.
Lirio se asustó y miró en el reflejo del agua un
rostro familiar. Al voltearse, se encontró con el joven deseado.
-Buenas tardes, tenga usted Lirio. – le dijo el
joven tomado su mano y besándole con cuidado.
Lirio sonrió y miró su cara en plena luz del
día. Era un joven perfecto y hermoso.
-Buenas tardes , tenga usted Sr….?
-François D’Thorn, para servirle.
-Encantada Sr. D’Thorn.
-El placer es mío. Me gustaría dar un paseo con usted, si me lo permite.
-Seria una agradable compañía, de eso no hay
duda.
François tomó por el brazo a Lirio, terminando
el paseo que ella había comenzado. Hablaron de tantas cosas, que Lirio le
parecieron fascinantes todas las historias de amor, de guerra, de locura, de
todo lo que le contaba François. Luego de estar interminables horas juntos, él
le acompañó al auto.
-Me ha parecido muy interesante su compañía Sr. D’Thorn. Espero que pueda
volver a repetirse.
-Será un honor para mí, si usted me permite.
-Mañana en la noche habrá una fiesta en casa de los Jason. Me encantaría ir a ella, con su
compañía.
-Délo por hecho. Mañana la recogeré a las siete en punto.
-Pero aún no le he dicho donde vivo.
-No hace falta Madame.
Lirio sonrió, sin prestarle atención a la
expresión de François. Solo pensaba en que las otras mujeres la envidiarían a
matar, por estar allí con él.
Entró en su casa, y se deslizó en pensamientos
sutiles y apasionados con François. Sólo la llamada de su ama de llaves la sacó
de sus pensamientos.
-La joven soñadora, parece que encontró al
hombre perfecto? No es así, mi querida?
-Si. Así es Lorna. Es perfecto.
-Qué pena que mi protectora se haya fijado en una
perfección sin corazón. El joven Elizandro ha estado toda la tarde esperándola,
para llevarla de paseo.
-Lorna, Elizandro es un joven encantador, pero
no me merece.
-La belleza se acabará algún día. Y sólo el
corazón podrá reemplazarla.
-No digas tonterías, Lorna. François, es como un
dios griego.Y es tan fascinante.
-Solo le digo que tenga cuidado. Nadie sabe de
dónde salió ese señor. Y ese apellido me recuerda algo, aunque no tengo
claridad en mi memoria.
-No seas así, Lorna. Imagínate que me proponga
matrimonio. Sabes cuantas mujeres se morirán de envidia?
-No, mi señora. Pero no creo que ninguna quiera
tener su suerte.
-No sabes de lo que estás hablando. Mejor me voy a dormir, por que
mañana habrá una fiesta y François me vendrá a buscar.
Lirio dejó al ama de llaves con las palabras en
la boca. Subió a su habitación y se tiró en la cama. Dejó su imaginación correr
más allá de los límites.
Lorna la había seguido con la mirada al subir las
escaleras, pensando en el pobre de Elizandro que tenía un corazón noble y
estaba empezando a enamorarse de Lirio. A veces ella resultaba ser tan cruel.
Al despertar al otro día, Lirio bajó muy animada
y llena de ansiedad. Quería ir a pueblo a comprarse el mejor vestido para lucir
esa noche. Al bajar las escaleras se encontró con Elizandro.
-Elizandro!! Qué haces aquí?
-Me preguntaba, si querías ir a pasear conmigo esta hermosa tarde.
-Es que no puedo Elizandro, tengo que ir hacer
algunas compras.
-Te puedo acompañar?
-No. No creo Elizandro. Ya tengo una amiga que
me acompañará.
-Te podría ayudar a traer…
-No, gracias. Tengo que irme. Luego te veo.
Lirio tomó su abrigo y salió, sin mirar a
Elizandro ni por un segundo. Al pobre se le llenaron los ojos de lágrimas que
luchaban por salir. A Lorna le partió el alma verlo, y lo obligó a sentarse a
tomar una limonada.
-Qué he hecho, para merecer esto? La traté mal
de alguna forma?
-No, joven Elizandro. Sólo que ha puesto sus
ojos en alguien que no lo merece, siendo hermosa como ella es, y vanidosa , no
merece a nadie.
-Pero entonces, por qué se acercó a mi la noche
de la fiesta?
-Hay preguntas que es mejor no saber la
respuesta, joven. Solo le puedo aconsejar que se aleje de ella sin no quiere
sufrir hasta enloquecer.
El joven Elizandro se echó a llorar en la falda
de Lorna. Se desahogó lo más que pudo para poder salir con el rostro levantado.
Lorna le acariciaba su cabello como a un niño. Y lo bendijo. Elizandro salió
por la puerta para no volver jamás.
Lirio llegó llena de paquetes de ropa,
sombreros, pendientes, y todo lo que pudo comprar. Miró a Lorna llena de júbilo por
que iba a ser su gran noche. Lorna sólo pudo contestar su saludo y desviar la
mirada hacia otro lado.
-A ti qué te pasa? No me digas que sientes
lástima por ese chico? Ya verás, cuando François llegue, para que me des la
razón.
-No mi niña. La razón me la dará el tiempo. Las
apariencias suelen engañar. Y lo que posiblemente parezca bueno, en el fondo
nunca lo es.
-Lorna, siempre te ha gustado quitarme la
felicidad, pero esta vez…encontré a mi hombre perfecto.
-Si usted lo dice.
Lirio le dio un beso en la mejilla y salió
corriendo escalera arriba. Ya se hacía tarde, y François estaba por llegar.
Puntualmente, François D’Thorn, llegó a las
siete. Tocó la gran puerta de la casa. Lorna apareció para recibirlo sin mucho
entusiasmo.
-Buenas noche, Lorna.
-Buenas……como supó mi nombre?
-La Srta. Lirio estuvo hablando muy bien de
usted.
Lorna le dio una mirada penetrante y
escrutadora.
-Pase usted y pongase cómodo. La Srta. Lirio no
tardará en bajar. Desea algo de tomar?
-No, estoy muy bien. Gracias Lorna.
Algo en aquel joven, ponía nerviosa a Lorna. Es
acaso que Lirio estaba tan envuelta en su fantasía que no lo notaba? Ese
François, era petulante, engañoso, y su mirada era espeluznante. Su pelo negro
lo hacía más intimidante todavía.
Francois notaba las miradas insultantes de
Lorna, y las mismas lo divertían.
-Lorna, no suelo ser tan despreciable como usted
piensa.
-No he pensado nada, señor.
-Oh, si que lo ha hecho. Desde que entré usted
sólo me ha estado examinando. Pero le diré un secreto. Las personas que
verdaderamente me han conocido no están en este pueblo para contarlo.
Lorna sintió un escalofrío al escuchar eso tan
cerca de su rostro. Algo no le había gustado en el tono que François usó.
Gracías a que Lirio bajó en ese momento, Lorna pudo escaparse a la cocina.
-Lorna, me voy!! No me vas despedir??
-Dios la cuide y la proteja, que lo va ha
necesitar.
Lirio se quedó unos segundo pensando en lo que
le dijo Lorna desde la cocina. Se encogió de hombros y pensó que eran cosas de
gente mayor.
-Nos vamos, Sr. François D’Thorn?
-Con usted, hasta el fin del tiempo.
Se rieron como dos niños complacidos. Él la
ayudó a subir al auto y se fueron a la fiesta. Al llegar a la casa de los
Jason, la música se detuvo. Los invitados miraron a Lirio, que sonreía
complacida por el impacto de su presencia. Saludo vanidosamente a todos y luego
salió al balcón.
François se acercó a ella y le acarició el
cuello. Lirio se dejo llevar por la sensación abrazadora de la pasión. Al mirar
por encima de Lirio, François vio a un joven entre los arbustos espiándolos. No
alertó a Lirio para que no se asustara. Solo cuando Elizandro se dio cuenta de
que François lo había sorprendido observando, se escondió y dio rienda suelta
al llanto y a la desesperación, se fue deslizando entre la arboleda y corrió
para hacer desaparecer su angustia. Al ver al joven salir corriendo, François
se separó de Lirio.
-Querida, vengo en un instante. Creo que se me
olvidó algo en el auto.
-Aquí, te espero.
François salió de la fiesta sin que nadie lo
percibiera.
En el camino, seguía corriendo Elizandro sin
poder contener las lágrimas que derramaba su corazón. Se detuvo al ver una
silueta bloquear el camino.
-Quién está ahí?
-No me reconoces?
-Quién eres??
-Me estuviste observando hace un rato. Ya no me recuerdas?
-Dios mío!...........Ten piedad de mi alma!
Lirio vio su reloj y se dio cuenta de que
François no había regresado. Tardaba más de lo que le había dicho. Así que
salió a buscarlo, tal vez la estaba esperando en los jardines de la casa.
La joven se alejó demasiado de la casa. Se
encontraba en una arboleda muy densa y no encontraba el camino de vuelta.
Tratando de adivinar el regreso, escuchó unos sonidos extraños, como de un
animal. Pensó con horror que si se encontraba algún animal salvaje o un lobo no tendría ayuda para salvarse. Fue despacio
y sin hacer ruido abriendo la maleza y adentrándose para saciar la curiosidad
de lo que escuchaba. Entre los arbustos pudo ver un hombre o algo parecido a un
hombre estar en cuclillas encima de algo. Las nubes se esparcieron dejando la
claridad de la luna hacer su entrada, dando de lleno en la figura que estaba
allí. Lirio enmudeció de terror al ver que era una especie de demonio devorando
a otra persona. Y más aún se horrorizó cuando la luz se posó en la cara del
espectro dejando ver su pelo negro y sus ojos azules, su cara que ya no era de
marfil sino de espanto, y sus manos que se habían transformado en garras,
sacudiendo al joven Elizandro para sacar la entrañas de su cuerpo y saciando su
hambre infernal.
Lirio salió como pudo, haciendo el menor ruido
posible y corrió como una loca hacia la casa de los Jason. Llegó hasta la
puerta y tocó desesperada mirando hacia atrás constantemente, para ver si
François no la seguía. La Sra. Jason abrió la puerta saltando de susto, la dejo
pasar y le brindaron algo para tomar.
-Lirio, pero qué le ha pasado?
-Dios mío, Francçois….Francois…es un demonio!!
-Quién , querida? – le preguntó la Sra. Jason.
-Francois D’Thorn!! Mi acompañante!!
-Querida, has bebido algo esta noche?? Tú llegaste sola, querida….y hablaste sola toda la noche…todos los invitados lo
estaban comentando. De hecho hasta se sintieron mejor cuando saliste.
-Que llegué sola? Pero el joven que me
acompañaba? No lo vieron???
-No querida…estabas sola y bailando sola. Lo
siento. Estás segura que estás bien? Además, Lirio, el Sr. François D’Thorn
desapareció en el 1910 y nunca lo volvieron a ver, dejando una fortuna sin
herederos. Su parientes lejanos se fueron asesinando uno a otros para
apoderarse de las riquezas que poseía el Sr. D’Thorn. Eso es lo que dicen en
los libros de historia de nuestro pueblo. Es que nunca has oído esa historia?
-N-n-no.
Lirio no se pudo recuperar de saber que se había
citado con un engendro del infierno y había despreciado a la única persona
perfecta de alma y corazón.”
-Lo que Lirio no sabía era que Elizandro era el
único heredero de la fortuna de los D’Thorn, ya que su abuela y esposa del Sr.
Francois D’Thorn, había huido embarazada de la madre de Elizandro.
-Por Dios Jane, como es que te inventas esos
cuentos? – le dijo Shelley con un poco de miedo, pero disimulándolo,
-No es un cuento Shelley. Eso pasó aquí mismo en
este pueblo hace más de 90 años.
-No puede ser posible, pero en fin....tengo que
irme.
-Bueno, pues que te diviertas mucho.
Shelley escuchó el llamado de un auto avisando
que su cita había llegado. Tomó su bolso de mano y luego abrió la puerta de
entrada. Un caballero muy elegante y asombrosamente hermoso estaba al frente de
ella. Shelly sonrió. Pensó en lo interesante que iba a ser su cita a ciegas.
-Hola, soy Shelley. Mucho gusto. Espero no defraudarlo,
y ser como usted esperaba que era.
-El gusto es mío Shelley.- El caballero tomó su
mano y con respeto beso el dorso.- Espero que tampoco la haya defraudado.
-De ninguna manera.
El caballero la tomó del brazo y la llevó hasta
un elegante auto, le abrió la puerta y la ayudó a sentarse. Dio la vuelta y se
subió al auto. La miró con ojos extraños y maliciosos.
-Disculpe, pero no me dijo su nombre.- Le dijo
Shelly con una sonrisa especial.
-Es cierto....... Mi nombre es Francois D’Thorn....
La sonrisa de Shelley se borró de su rostro para
dar paso a una expresión de horror. Su boca no pudo generar sonido alguno y sus
ojos quedaron clavados en aquella cara increíblemente hermosa, donde estaban
sus ojos tan claros como la luna y su boca sedienta de alma, donde Shelley sólo
obtuvo un viaje sin regreso hacia el pasado.
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